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*todas las ilustraciones han sido editadas a partir de fotos halladas en la red.

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domingo, 26 de junio de 2011

Capítulo 26: Entre los límites de la defensa y la agresión


Dentro de las miserias humanas que más angustian a todo el que defiende la vida como bien primordial -sea cual fuera el origen filosófico de sus creencias-  sin duda la guerra estará entre las más atroces e inaceptables acciones que el hombre viene desplegando como estrategia de autodestrucción a lo largo de la Historia.


Serán muchos los que crean que alguien como Lady, formada y asumida como guerrera desde épocas inmemoriales, defenderá precisamente esta faceta de sus antiguos congéneres como característica natural, respetable e incuestionable, incluso elevándola a la categoría de arte, según consta en innumerables tratados antiquísimos y variadas réplicas contemporáneas. Nada más falaz.


Ella conoce en detalle las terribles e injustificables consecuencias que implican las guerras y precisamente, por haber protagonizado, padecido y sobrevivido a tantas contiendas a lo largo de su centenaria vida, se reconoce con la sobrada autoridad como para dictaminar la absoluta y aberrante irracionalidad que implica un conflicto armado, más aún con las dimensiones masivas e indiscriminadas que han ido desarrollándose en las guerras modernas.


Si bien es cierto que no se asume como pacifista –no duda en recurrir a la fuerza cuando la injusticia azota a los más débiles y los resortes de la legalidad no actúan para responder en consecuencia- ella reconoce que el camino de la violencia aplicada a la resolución de conflictos se constituye en una trampa sin salida, que nunca sirve para arribar a la justicia y sólo es excusa para generar más enfrentamientos.

La dificultad para discernir los límites entre la legítima defensa y la violencia arbitraria depende de elaborados  conceptos morales y el hecho de que, por la conjunción de fuerzas cósmicas que escapan al entendimiento humano, Lady haya logrado atravesar por sí misma las barreras de la mortalidad, implica que es la misma Fuerza Primordial y Trascendente –la Justicia en su más alta concepción-  la que respalda su ecuánime discernimiento.


Aunque ella no niega que esa dualidad de conceptos y actitudes ante la violencia, haya sido motivo de grandes contradicciones y conflictos éticos que debió enfrentar en su largo aprendizaje, camino que, por supuesto, no da como culminado y deja abierto para seguir transitándolo en su constante evolución.

3 comentarios:

  1. Con la palabra debería de bastar para conseguir y negociar. Con la fuerza de la razón.

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  2. Hola Mónica,
    Me da a mí que l@s superhéroes, por su extensa experiencia, tienen más o menos claro que “la violencia no es el problema”, sino que es “una posible solución al problema”.., y por tanto, más que negarla o renunciar a su ejercicio, procuran tratar de evitarla, buscando, para cada problema otras soluciones alternativas… algo que, a veces, no siempre resulta posible.. ni tan siquiera a ellos… menos aún, a los humanoides…

    Un abrazo

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  3. Lo que es asombroso como saber cuanta es la dosis que "ella" sabe que es la justa y cuanta no lo es.
    Lo terrible es que pueda invocarse por ciertas bocas con tanto desparpajo y que ellos nunca sufrirán -me acuerdo del trío de las Azores-.

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