Sobre el contenido de este blog

*todas las ilustraciones han sido editadas a partir de fotos halladas en la red.

*la historia es propiedad de la autora del blog y no puede ser reproducida



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domingo, 28 de septiembre de 2014

Capítulo 46: De su propia naturaleza

A veces Lady piensa que en su naturaleza ha macerado una extraña mezcla de viejos rastros de sensible humanidad, una férrea fuerza de superación espiritual adquirida a través de los siglos  y una pizca indeleble de demoníaca perversidad. Todo ello moldeado con los ancestrales valores de ética y entereza que fue mamando desde pequeña y que sobrevivieron en su interior pese a las grandes adversidades vividas.



Esa sobrehumana condición a la que ha arribado sin proponérselo, colocándola un peldaño por encima de los simples mortales, le ha hecho perder la certeza de saber qué tipo de entidad resulta ser efectivamente a estas alturas y, por consiguiente, qué clase de destino le aguarda.



Alguna vez leyó durante sus años de instrucción con los grandes magos y sabios de la antigüedad, que el destino de ángeles y demonios suele mezclarse con el de los humanos, llegando incluso a reproducirse unos con otros, derivando de esa mixtura seres excepcionales, particularmente complejos, que no responden a las leyes naturales de ninguna especie sino que constituyen en sí mismos una nueva raza, según sea la característica predominante.



Pese a no quererlo considerar, alguna vez la idea de ser una criatura evolucionada a partir de una mezcla no exclusivamente humana cruza por su cabeza. En momentos de mayor depresión e incertidumbre ha llegado a suponer que una parte suya quizás sea efectivamente demoníaca y que esa sea la razón por la que reconoce paladear con placer la oportunidad de dejar aflorar sus impulsos más despiadados.


El hecho que sea la búsqueda de justicia la razón por la que llega a desbordarse no la tranquiliza demasiado. Admite que podría ser algo menos drástica a la hora de ajusticiar a los impíos, pero después, concluye que es la propia bestialidad humana la que le genera tanta ira desatada, por lo que despeja su mente de cuestionamientos vanos y al final retorna, sin culpa ni dudas, a su acostumbrado rol de justiciera solitaria y silenciosa.




Si es humana en mayor o menor medida, seguramente lo confirmará o desmentirá el propio destino llegado el punto en que sea conveniente.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Capítulo 45: Método y paradoja

Si bien es un hecho que desde sus inicios como guerrera, aplicando las sabias enseñanzas de maestros y entrenadores, Lady siempre se concentró en poner su fuerza y destreza en favor del bien y la justicia y en defensa de los más desposeídos, jamás ha pretendido ocultar que siente un especial placer en ajusticiar –hasta con sadismo- a quienes resultan ser  indignos de toda consideración y derecho. Su manera de hacer justicia suele ser muy particular y cuestionable, por cierto.


La posibilidad de volcar su contenida ira y violencia sobre quien jamás demostró un signo de caridad o sensibilidad por su prójimo, le otorga la oportunidad de dejar aflorar esa parte oscura de su esencia que desde siglos lucha por mantener firmemente controlada. No está en ella dar cátedra de moralidad o fineza en cuanto a argumentos de legitimidad.


Reconoce que en muchas ocasiones la violencia de los castigos impuestos ha tenido aún más crudeza que las infamias cometidas por aquellos desgraciados. O al menos, han estado a la par. Nunca por debajo. Entiende que su concepto del “ojo por ojo” es aplicable sin cuestionamientos en quienes jamás han sentido remordimientos o piedad por el dolor que a su vez ellos han infringido en otros.


Sabe que para muchos garantistas, para los teóricos, para los pacíficos y generosos de corazón, su criterio de aplicar la justicia por mano propia es inaceptable, y que tampoco es recomendable la forma y el menú de castigos que su capricho suele aplicar a los más corruptos. Ella los comprende. No pretende cambiar ese punto de vista. Al contrario, los valora y los respeta. Los considera muy dignos y elogia –si tiene oportunidad- esa manera de actuar y sentir.


Pero pese a sus acertadas y medidas recomendaciones nada ha logrado hacer –al menos hasta ahora- para reprimir esos impulsos desbordados que siente al enfrentar a las bestias despiadadas con las que se cruza. Mientras los bienintencionados hablan, ella actúa.



Sabe que no es buen ejemplo para recomendar a la hora de definir actitudes civilizadas de conciliación y tolerancia. Acepta que no tiene mucho que aportar a nivel diplomático a la hora de resolver guerras y conflictos. No tiene dudas sobre que su punto fuerte es el lado práctico y entiende que a veces, pese a los valiosos intentos que quizás otros puedan llevar a cabo, se da la paradoja de que su estilo eficaz, drástico y justiciero resulta ser la única manera de poner fin al mal descontrolado.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Capítulo 44: Entre las arenas del desconcierto

Cuando la sorpresa de redescubrir el propio pasado trastoca, todo lo vivido, el presente transitado e incluso la posibilidad de un futuro, las certezas más esenciales que nos dan sustento llegan a caer en forma impiadosa e imprevista poniendo a prueba las raíces mismas de nuestra existencia.


Nadie, por más fuerte que se crea puede salir indemne ante semejante cimbronazo. No hay espíritu –por más poderoso y experimentado que sea- que no se vea afectado, que no se sienta estafado y herido por semejante circunstancia. Y dependerá de su propia sensibilidad la manera en que reaccionará ante tal revelación. Duda, incredulidad, rabia, impotencia, angustia, cuestionamientos, pasos previos a la reestructuración de lo que llamamos realidad…cada quien intentará allanar a su manera el camino tendiente a recuperar su equilibrio, su certeza, el dominio de su propia racionalidad.


La revelación del predominante papel que viniera jugando desde sus inicios quien creyera archienemigo, las innumerables intervenciones en su favor, su inadvertida persistencia, el poder que sobre ella fue revelando su presencia solapada a través de los siglos…todo confluía al fin para pensar que algo en su identidad la unía a aquel demonio mucho más íntimamente de lo que creía. Algo que, a la vez que la inquietaba, alimentaba con éxtasis su parte más oscura, aquella veta de su naturaleza que siempre buscó mantener doblegada por temor de dejar salir a la luz algo que no podría después controlar.


Un estremecimiento que creyó no volver a experimentar nunca le atravesó su identidad de pies a cabeza: miedo. Miedo ante la impensada verdad revelada, miedo a la razón por la que su mente había borrado cuidadosamente aquellos recuerdos. Miedo por pensar que alguien o algo pudiera haberla estado manipulando. Miedo por sentirse usada. Miedo por tener que aceptarse vulnerable. Miedo por descubrir la forma en que pudiera al fin cambiar su destino.


Y junto con el miedo, la desconcertante sensación de saberse acompañada pese a lo que hacía tanto tiempo había aceptado. Esa soledad eterna que creía irreversible y a la que –pensaba- estaba condenada, ya no resultaba ser tal. Si aquel demonio, desde algún punto de observación incógnito la había estado acompañando y socorriendo a lo largo de todas sus luchas, sus días de batallas no habían sido tan solitarios como había siempre creído. Alguien la había custodiado. Sin siquiera pretender el crédito por haberlo hecho, todo lo contrario, se había siempre esforzado por borrar los rastros de su presencia, llegando incluso a ser asimilado como enemigo implacable.



Ahora, a la distancia y tras haber develado la verdad de entre las arenas de su memoria, Lady se siente inmersa en lo que surge como un verdadero mar de desconcierto. 

jueves, 18 de septiembre de 2014

Capítulo 43: Corriendo el velo

Quizás fue por conjuro, por olvido intencional o por autodefensa, pero lo cierto es que gracias a la mediación de su vieja amiga, Lady ha logrado rescatar de las trampas de la desmemoria ciertos pasajes determinantes de su vida en los que, por motivos que aún desconoce, de una u otra manera este demonio singular, tan especial como desconcertante, ha resultado estar relacionado con el desarrollo de su destino.



Siguiendo sin reticencias las indicaciones de la hechicera, Lady se fue dejando caer en un profundo estado de meditación  en el que su subconsciente- centenario en sabiduría, luchas y pasiones retenidas- fue entregándose con blandura al sanador ejercicio de comenzar a liberar su mente de filtros y prejuicios que, sin saberlo, se fueron instalando dentro de sí.



No tiene intenciones de ocultar la gran sorpresa que le significa lograr rescatar del olvido no pocos episodios de su historia relacionados con el que -por siglos- creyera su más peligroso rival y que, por lo que estaba descubriendo, podría haber jugado en su destino un papel muy diferente.



Consiguiendo ver las instancias del pasado desde la nueva perspectiva que le brinda la reconsideración de su propia historia, liberándose de ciertas nieblas instaladas en sus recuerdos por alguna intervención que quizás haya estado destinada a su propia protección, Lady va desmadejando los sucesos que la llevaron a ser hoy lo que es.



Como si se tratara de alguien ajeno que asiste a la proyección de los eventos destacados de su propia vida, Lady consigue presenciar desde un punto de vista distinto al de ser protagonista, ciertas situaciones de su pasado en los que el miedo, el desencanto, la soledad, la incomprensión, la resignación, estuvieron a punto de hacerle mella en lo que luego fue transformándose en fortaleza interior. Consigue ser testigo presencial de aquellos propios logros en los que su determinación logró vencer sus rincones vulnerables.



En todos ellos, pese a no querer verlo en su momento, aquel demonio irreverente siempre estuvo oculto en su entorno cercano. Más o menos directamente, siempre se las ingenió para ir moviendo los hilos de la suerte y de su historia para contribuir con su mediación que aquello episodios terminaran siendo exitosos.



Sin que ella lograra detectarlo, desde sus primeros años intentando superar pruebas y obstáculos, él siempre fue partícipe voluntario de la que fuera su propia transformación. Si bien aquellas intermediaciones no significaron –de ninguna manera- la disminución de sus propios méritos, ahora, viendo en retrospectiva y claridad, a Lady le quedaba muy claro que, lejos de resultar perverso, la presencia de aquel demonio siempre terminó influyendo en su propio beneficio. Cae en la cuenta que no ha sido –como pensaba- tan autosuficiente a lo largo de su camino.