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*todas las ilustraciones han sido editadas a partir de fotos halladas en la red.

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domingo, 21 de septiembre de 2014

Capítulo 44: Entre las arenas del desconcierto

Cuando la sorpresa de redescubrir el propio pasado trastoca, todo lo vivido, el presente transitado e incluso la posibilidad de un futuro, las certezas más esenciales que nos dan sustento llegan a caer en forma impiadosa e imprevista poniendo a prueba las raíces mismas de nuestra existencia.


Nadie, por más fuerte que se crea puede salir indemne ante semejante cimbronazo. No hay espíritu –por más poderoso y experimentado que sea- que no se vea afectado, que no se sienta estafado y herido por semejante circunstancia. Y dependerá de su propia sensibilidad la manera en que reaccionará ante tal revelación. Duda, incredulidad, rabia, impotencia, angustia, cuestionamientos, pasos previos a la reestructuración de lo que llamamos realidad…cada quien intentará allanar a su manera el camino tendiente a recuperar su equilibrio, su certeza, el dominio de su propia racionalidad.


La revelación del predominante papel que viniera jugando desde sus inicios quien creyera archienemigo, las innumerables intervenciones en su favor, su inadvertida persistencia, el poder que sobre ella fue revelando su presencia solapada a través de los siglos…todo confluía al fin para pensar que algo en su identidad la unía a aquel demonio mucho más íntimamente de lo que creía. Algo que, a la vez que la inquietaba, alimentaba con éxtasis su parte más oscura, aquella veta de su naturaleza que siempre buscó mantener doblegada por temor de dejar salir a la luz algo que no podría después controlar.


Un estremecimiento que creyó no volver a experimentar nunca le atravesó su identidad de pies a cabeza: miedo. Miedo ante la impensada verdad revelada, miedo a la razón por la que su mente había borrado cuidadosamente aquellos recuerdos. Miedo por pensar que alguien o algo pudiera haberla estado manipulando. Miedo por sentirse usada. Miedo por tener que aceptarse vulnerable. Miedo por descubrir la forma en que pudiera al fin cambiar su destino.


Y junto con el miedo, la desconcertante sensación de saberse acompañada pese a lo que hacía tanto tiempo había aceptado. Esa soledad eterna que creía irreversible y a la que –pensaba- estaba condenada, ya no resultaba ser tal. Si aquel demonio, desde algún punto de observación incógnito la había estado acompañando y socorriendo a lo largo de todas sus luchas, sus días de batallas no habían sido tan solitarios como había siempre creído. Alguien la había custodiado. Sin siquiera pretender el crédito por haberlo hecho, todo lo contrario, se había siempre esforzado por borrar los rastros de su presencia, llegando incluso a ser asimilado como enemigo implacable.



Ahora, a la distancia y tras haber develado la verdad de entre las arenas de su memoria, Lady se siente inmersa en lo que surge como un verdadero mar de desconcierto. 

2 comentarios:

  1. Suelen ser sorprendentes, también con sentido, los giros que toman algunas ficciones.
    Maléfica no es maléfica. Y el demonio de Lady Dark, parece ser que no es nefasto, sino que la protege de la soledad, algo que puede ser peor en alguien con expectativa de vida ilimitada.
    Sorprendente pero verosimil giro, por la forma en que está escrita esta nueva entrega de Lady Dark. Hay talento.

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    1. Muchas gracias, Demiurgo!...valoro enormemente tus palabras...y tu constante compañía.
      =)

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