Sobre el contenido de este blog

*todas las ilustraciones han sido editadas a partir de fotos halladas en la red.

*la historia es propiedad de la autora del blog y no puede ser reproducida



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viernes, 29 de julio de 2011

Capitulo 36: Frente al espejo de la incertidumbre


A lo largo de los siglos, sumergida por propia voluntad en la descomunal empresa de combatir el mal y proteger al desamparado, más de una vez Lady se replanteó seriamente su asumido papel de vengadora y justiciera.

Pese a sus continuos y determinados esfuerzos por ponerse al frente de tantas causas justas que merecen ser reivindicadas, ella sigue comprobando –no sin desazón- lo insuficientes que son todos los combates que viene llevando adelante en contra del mal, que desde siempre, encuentra campo fértil en el alma de millares de desquiciados que logran arribar al poder de las sociedades humanas para conducir a sus séquitos hacia la violencia y la destrucción, sin que medie siquiera un rebuscado argumento racional que les de legitimidad.



Sabiéndose sola e inmortal frente a un mundo que no parece aprender de sus errores, ella llega a sentir una profunda angustia existencial y se suele preguntar si vale la pena aún seguir insistiendo en esa titánica empresa de ir abriendo camino para que la humanidad pueda construir un mundo más justo y equitativo.



Habiendo tenido que soportar una y otra vez la pérdida de sus afectos más íntimos y sabiendo que se abre ante sí una camino eterno de soledad y persistencia, en no pocas ocasiones ha sentido insustancial su pretendido aporte y vanas sus constantes batallas.


En más de una oportunidad ha sentido renacer dentro de sí debilidades que creía para siempre dominadas y al verse en el espejo no ha podido dejar de sentir una marcada incertidumbre en cuanto al sentido mismo de su existencia. Luchar contra la peor cara de la naturaleza humana sin que hasta el momento haya logrado marcar una diferencia en los valores de las sucesivas generaciones, la hace sentir algunas veces impotente y vacía. Incomprendida y cansada. Hasta alguna vez ha pensado seriamente en claudicar…



Con la sola compañía incondicional de sus felinos a veces siente que la humanidad no tiene futuro, que no tienen sentido sus insuficientes intentos de hacer justicia. Pretender trastocar la mezquindad humana en algo más cercano al entendimiento se le plantea en esas ocasiones como una tarea imposible y frustrante. Se le antoja como intentar detener un tren que corre cada vez más rápido.

A veces se sumerge en un profundo pozo de silencio sin siquiera ocuparse por encontrar la salida. Pero, por fortuna, quizás por su propia naturaleza cambiante de mujer y por la excepcionalidad de su fortaleza, siempre logra reencontrar nuevamente el sentido en su camino.



Siempre alcanza  a reubicarse en el rol en el que ha sido colocada por el destino y consigue –pese a todo- renovarse cuando se topa frente a la posibilidad de acompañar una sonrisa sincera, una mano solidaria o algún sueño compartido.

martes, 26 de julio de 2011

Capitulo 35: Entre la sabiduría y la locura


De magos, alquimistas, adivinos y hechiceros, la dama felina puede hablar largo y tendido según sus numerosas experiencias. Sobre la búsqueda de piedras filosofales, fuentes de juvencia y mágicos elixires, ella podría escribir varios libros.



Y no sólo las que ha tenido en sus primeros años, cuando la búsqueda de los secretos universales ocupaba la atención de gran número de aprendices de magia y hechicería que hurgaban entre las sombras intentando vencer las barreras de la mortalidad y los confines  existenciales.



Aún hoy cuenta con la fiel amistad de una aventajada entendida en artes ocultas que se ocupó de acercarse hasta ella luego de perder su pista a lo largo de los siglos.


Desde siempre ella se codeó con grandes maestros que la iniciaron en aquellos conocimientos reservados sólo a las más mentes más clarificadas. Intrincadas disciplinas que buscaban ahondar en la sabiduría ancestral, comprendiendo las leyes que rigen el universo y determinan el ritmo hasta nuestras propias pulsaciones.



Si bien logró asimilar todas las  enseñanzas trascendentales que le transmitieron los más lúcidos entendidos, no pretendió continuar investigando por su cuenta semejantes asuntos. Su gran esfuerzo fue puesto en dominar con solvencia el arte guerrero, para luego sí extender su aprendizaje hacia el perfeccionamiento espiritual.



Pero continuó siendo testigo, a lo largo de los siglos, de las fervientes búsquedas sustanciales en las que magos y alquimistas se sumían aún a riesgo de verse devorados por las fuerzas inconmensurables que intentaban dominar.


   
Lady supo ver cuán delgado suele ser el límite entre la inclaudicable vocación por saber, las ansias enfermizas de poder y la locura llana. Y han sido muchos los vanidosos aspirantes a hechiceros que ha visto sucumbir ante la incomprensible magnitud de lo que pretendían enfrentar.

No todos los espíritus logran mantenerse en sus cabales ante las puertas del Conocimiento Universal y debido a su ansiedad y su imprudencia pretenden enfrentarse de súbito a semejante sabiduría sin estar adecuadamente preparados. Craso error.


La muerte segura o la demencia fue lo que encontraron invariablemente aquellos que pretendieron no respetar las pautas descubiertas por los antiguos y aún en los siglos postreros–cercanos ya a nuestros días- no han sido pocos los desquiciados que de igual forma procuraron dominar las fuentes ocultas del Conocimiento para su propio interés y beneficio.



Más tarde o más temprano, todos han culminado compartiendo el mismo destino de muerte, locura y perdición.



Lady, habiendo traspasado sin proponérselo las barreras que otros han ansiado derribar desde tiempos inmemoriales, sabe con la certeza que da la propia experiencia, que la magia más valiosa y trascendente a la que podemos aspirar proviene del mismo interior donde anidan nuestras fortalezas…



…esas que están dispuestas a surgir luego de mucho trabajarlas, con voluntad y constancia, después que comprendemos que somos parte sustancial del universo y estamos -íntima e irremediablemente- unidos a él.

viernes, 22 de julio de 2011

Capitulo 34: Entre faunas variopintas


En medio de una noche fría y desolada de invierno, recorriendo los silencios de los suburbios de la ciudad noctámbula, Lady Dark se entretiene catalogando la lastimosa fauna de humanos que salen a su paso,

algunos sin verla, la mayoría contemplando con atracción su esbelta figura y su rostro enigmático, y otros, cometiendo la estupidez de intentar sumarla a la saga de sus propias víctimas… Poco tardan en arrepentirse de ello. 

Sobreabundan los borrachines perdidos, esos  que se acodan sobre la barra del primer bar que encuentran entre las sombras de la negritud que se les diluye ante el primer vaso. De ellos, Lady apenas se apiada.



Los conoce ya sin verlos y sabe también que se niegan ante cualquier intento de rescate generoso que les llegue bajo otra forma que no sea la de una botella. Se conduele, eso sí, por su destino breve entre el mar de ignotos. 


No aportan pero no lastiman más que a sí mismos…y a sus pocos cercanos –cuando los tienen- que llegarían a ser los únicos por los que Lady intervendría –quizás- si fuese necesario.


Agazapados entre los vericuetos de los callejones suele encontrar otra casta de marginales. Ladronzuelos de poca monta aguardando que algún desprevenido se cruce por sus cercanías para quitarles lo poco o mucho que tengan en los bolsillos.


A esa caterva de mediocres, aspirantes a delincuentes con reconocimiento de nombre, Lady suele espantarlos rápidamente y sin gran esfuerzo, apelando al miedo que su presencia cuasi fantasmal -como la que logra entre tinieblas- consigue despertar en esas mentes simples y asustadizas.



Distinta estrategia debe usar frente a los delincuentes armados que se dividen el territorio en bandas para amedrentar y robar a quienes –por lo general- andan solos o desprotegidos.



Como es lógico en estos viles malnacidos, la cobardía los invade cuando no se encuentran respaldados por la superioridad numérica o cuando tienen como oponente a alguien del nivel de Lady, imbatible guerrera que no sabe de misericordias a la hora de enfrentar criminales. Con estos malvados, ella no demuestra ningún atisbo de conmiseración. Más aún. Suele descargar su ira con sádica violencia.



Entre la variopinta gama de miserables buscavidas de la noche, los indeseables cafishos, cafiolos o proxenetas que viven del trabajo esclavo de sus mujeres resultan ser –para Lady- una de las más repulsiva sub-casta a exterminar, tanto de los callejones malolientes como de los lujosos burdeles donde se pavonean los inescrupulosos de alcurnia.



En ambos extremos de este sucio negocio donde se explotan mujeres y niños desamparados, la insensibilidad de quienes los manejan es total, como  total suele ser  también la impiedad que la felina dama despliega al chocarse con estos tipejos. Nadie en su sano juicio querría enfrentarse con ella si supiera lo que le espera.



Poco a poco los numerosos especímenes deleznables que pueblan los bajos fondos van viendo mermar el número de sus manadas en medio de la ciudad caótica y precisamente por ser indeseables y marginales… nadie los echa en falta cuando un día desaparecen.

martes, 19 de julio de 2011

Capitulo 33: De oscura ralea

Entre los seres que Lady más desprecia, están, ocupando sin dudas un lugar de privilegio, los viles especuladores.



Adoptando desde sus comienzos distintos nombres y características -según haya sido el tiempo y el lugar en los que se desempeñaron- esos oscuros seres, hambrientos de poder y riquezas que vienen utilizado la necesidad de sus hermanos como catapulta para su propio y desmesurado enriquecimiento, han sabido sacar de quicio siempre a nuestra dama, quien ha venido acumulando contra esa inescrupulosa raza de mediocres un grueso caudal de menosprecio e intolerancia.



Prestamistas, usureros, banqueros, cambistas, traficantes, estraperlistas, estafadores, especuladores, acaparadores, financistas…distintos términos que involucran básicamente la misma actitud ante la indigencia ajena e igualmente lucran en desmedro de los que por imperiosa necesidad deben recurrir a sus servicios. No les guía el hecho de ayudar a sus semejantes, sino, por el contrario, sacar provecho de sus angustias.



A lo largo de los siglos, esta casta de nefastos personajes,  han sabido adaptarse y sobreponerse a los vaivenes de los imperios, las cruentas guerras, los golpes de estado, las conspiraciones, ingeniándoselas para lograr ventaja aún en medio de las crisis, siempre acomodándose y especulando con el propio beneficio a costa del endeudamiento ajeno.



Si bien existe desde el comienzo de las civilizaciones una clara antipatía contra estas figuras avarientas, coronándolos como oscuros arquetipos de lo que indeseable, ha sido con la modernidad que se ha camuflado en gran parte la mala fama de la que sobradamente se han hecho meritorios.


Resurgiendo desde entonces -con más poder aún- mimetizados dentro de la legalidad del aparataje financiero en el que actualmente se sustenta la economía global, van sumergiendo a las naciones en el mismo juego funesto en que antaño sometían individualmente a sus incautas víctimas.



No atienden ya tras su banco de madera en las plazas de las ciudades ni se esconden en el cobijo de sus covachas. Han dejado de lado las túnicas raídas para enfundarse ahora costosos trajes. Suele ser otra la escala de sus operaciones. No pierden ya el tiempo en empréstitos de poca monta y aspiran a volar mucho más alto que sus antecesores. Ahora se agrupan para saberse más fuertes y no se someten a las pautas de los escrúpulos y las legalidades.



Es por eso que Lady suele irritarse particularmente saliéndose de sus cabales al comprobar que –pese a su constante lucha contra esta calaña de malhechores- la saga de quienes ha venido combatiendo desde la antigüedad aún subsiste y crece, siempre a costa de los más pobres de la tierra.



Entre esta ralea de usureros y la espada justiciera de Lady viene existiendo una gruesa cuenta pendiente…y serán acordes los castigos que ella irá implementando contra ellos.

sábado, 16 de julio de 2011

Capítulo 32: El vínculo con lo emotivo

Entre los aspectos más difíciles de afrontar por el hecho de comprobarse inmortal, sin dudas, el de aprender a sobreponerse a las pérdidas de los seres amados -tras ininterrumpida sucesión de nuevos relacionamientos- ha sido para Lady la tarea más difícil de sobrellevar.


Si bien en los primeros tiempos sus relaciones afectivas fueron tan normales y numerosas como las que se siembra habitualmente a lo largo de una vida común, a medida que avanzaron los años y las muertes fueron cercenando las presencias entre sus afectos, ella buscó instintivamente resguardarse del dolor volviéndose cada vez más reservada e introvertida.



Como es lógico suponer esa manera de encarar su existencia hizo que la soledad buscara dejar huella en su humor y su ánimo, por lo que a la vista de quienes no lograban comprender en verdadera magnitud su padecimiento y su angustia, aparentara ser antisocial y hasta resentida. Una despiadada espada vengadora que hallaba en la venganza la manera de descargar su ira contenida. Nada más lejos de la realidad.


 Si bien la injusticia exacerbada suele despertar su ira, jamás renunció a preservar sus recuerdos ni sus más tiernos sentimientos, aunque por fuera se construyera una carcasa de insensibilidad y aparente aislamiento. El sufrimiento de los demás la conmueve profundamente, pero sabe que para ser efectiva en sus objetivos, debe mantenerse inalterable en su fortaleza y determinación.


Aún en medio de su abrumadora soledad ella continua siempre manteniéndose al tanto de lo que sucede a su alrededor, involucrándose y comprometiéndose, asumiendo con decisión su rol de guardiana, vengadora de todo lo que la injusticia decida pisotear.




Luchando en defensa de quienes se hallan más vulnerables, nunca claudicó en su apuesta por la especie humana, a pesar de la estupidez, el egoísmo y la crueldad que, con solvencia, los hombres han desplegado a lo largo de su historia.

Una historia inconstante y contradictoria, por cierto, paralela a la de Lady, quien, condenada a renunciar -por insondables designios- a gran parte de su humanidad para ser testigo perenne de nuestras vicisitudes, intenta aún preservar su corazón intacto, permeable a los más puros sentimientos…


…para que, al menos, ese vínculo primordial con su naturaleza original nunca desaparezca.

lunes, 11 de julio de 2011

Capítulo 31: La máscara de los hipócritas

Hay quienes se empeñan en luchar batallas perdidas desde antes del inicio e insisten en elegir mal las armas con las que se disponen a combatir y hasta los líderes a los que coronan.


Puede que se tienda a ver a estos personajes desde la complicidad que da la benevolencia que inspiran los inocentes, pero no siempre es bueno aceptarlo así ya que, muchas veces, se termina siendo cómplice involuntario de oscuras maniobras, absurdas batallas dirigidas por incompetentes que ponen en juego no sólo su suerte, sino fundamentalmente el destino de quienes confiadamente los siguen.



Quizás las banderas que se alcen como justificativos sean legítimas reivindicaciones. Preclaros ideales que se usan para arrear engañosamente a numerosos incautos que se convierten -sin pensarlo- en carne de cañón bajo las directivas de quienes sólo tienen en mente el pasar a la gloria en forma concluyente.


En esos casos bien vale tener cerca a quien sea capaz de abrir los ojos de los miles que estarían –de otro modo- condenados a una muerte segura e inútil. No es de sensatos lanzarse al vacío de la imprudencia justificándose en la certeza de los ideales.


Desde muy joven le ha tocado a Lady encontrarse frente a frente con muchas de esas situaciones intrincadas donde la validez aparente de los objetivos, oculta, en realidad, otros intereses mucho más oscuros.



Como es de suponer, en esos momentos cruciales ella no ha dudado en intervenir en defensa de los intereses de los más débiles  y ha sido entonces que ha elegido dejar el segundo plano del anonimato para ocupar, en cambio, el papel de quien se anima a enfrentar sin medias tintas el doble juego de estos traidores,


indignos abanderados que esconden, tras las justas aspiraciones de la gente, sus intereses mezquinos.


Es allí donde la habilidad de desenmascarar astutamente la verdadera cara de los hipócritas logra decir mucho más que lo que puede gritar en solitario una espada ensangrentada.