Sobre el contenido de este blog

*todas las ilustraciones han sido editadas a partir de fotos halladas en la red.

*la historia es propiedad de la autora del blog y no puede ser reproducida



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martes, 31 de mayo de 2011

Capítulo 14: Con su misma ley


Entre los rincones más oscuros y peligrosos de los suburbios de la ciudad se hallan ocultas las más pestilentes bandas delictivas de traficantes y asesinos. Ellos se han dividido los barrios marginales cual si fueran señores feudales que usufructúan su territorio y utilizan a la población que en ellos habita como escudos protectores, consumidores cautivos y mano de obra barata.



Pese a los vanas tentativas de algún que otro vecino bien intencionado que ha tenido que desistir en el intento, cada día son más los vulnerables adolescentes que caen como presa fácil entre sus garras delictivas.


Prometiéndoles buen dinero y aceptación entre sus redes de matones, los más incautos y excluidos se van sumado como distribuidores y cobradores dentro de esa elite de sicarios desalmados que han sabido entretejer semejante maraña de vicio, miedo, sometimiento y violencia que va cercenando poco a poco lo que hasta no hace mucho era una sociedad humilde pero de honestos trabajadores.

Lady Dark sabe con exactitud cómo operan esos miserables que se encargan de destruir los eslabones más débiles de esa sociedad de marginales, creando primero el vicio y luego la dependencia y el sometimiento.


Lady sabe que mucho del respeto que esos jerarcas imponen se ata a los retrógrados principios del machismo derivado de la aplicación de la ley del más fuerte, por lo que decidir qué tipo de castigo será el que mejor servirá como ejemplo desalentador para los que aún tengan posibilidades, requiere de mucha concentración.




Es en esas circunstancias ella tienen muy en claro que los resultados de sus correctivos conviene exponerlos  a la vista de todos, y que no resulta golpe bajo sumarle a esos desgraciados una buena cuota de humillación que destruya su imagen de machos todopoderosos.



Le agrega un efecto ejemplificador extra que también quede a la vista que el castigo impuesto ha venido de las manos de una mujer…muy especial, convengamos, pero fémina al fin…



Cuando concreta alguno de estos escarmientos, cuando comprueba que alguno de los grandes jerarcas de la delincuencia ha caído bajo la fuerza de su espada vengadora, ella no puede –ni quiere- disimular su satisfacción, y aunque pueda interpretarse como demasiado cruel, ella se aleja de ahí luciendo una inocultable sonrisa.

sábado, 28 de mayo de 2011

Capítulo 13. Un imposible amor secreto

Por supuesto que aquel amor truncado en sus años primeros –ahora tan lejanos- no fue el único que atravesó el corazón de la guerrera. 

 A lo largo de su persistente andar entre humanos e inmortales han sido varias las oportunidades en que la sigilosa dama logró conocer de cerca las artimañas de Cupido, quien, como se sabe, a veces no resulta ser muy diestro a la hora de sus disparos.
  
Si bien no han sido muchos los brazos en que Lady soñó alguna vez reposar, quienes la conocen sospechan que –paradójicamente- fue el más implacable de sus enemigos quien, en curioso juego de amores y odios consiguió cercar con especial intensidad los alrededores más vulnerables de su alma de fémina.
  
Como es de suponer, esos fogosos sentimientos contradictorios que aquel impío despertaba en su corazón fueron duramente combatidos por la guerrera, quien, a pesar de lo que su razón podía dictaminar, en más de una ocasión estuvo a punto de claudicar frente a aquellos irresistibles y demoníacos encantos.

Nunca supo ella en realidad si hubo algo de verdad en los sentimientos que su irreconciliable enemigo le confesó también padecer. 
 
Jamás alcanzó a descubrir cuánto de cierto hubo en aquellas miradas apasionadas o si fue al menos honrado aquel único beso descontrolado que le robara una noche muy fría de luna llena, justo antes que, entre el misterio de las tinieblas, aquel seductor demonio decidiera, para siempre… desaparecer.

viernes, 27 de mayo de 2011

Capítulo 12: Entre las nubes de los recuerdos

Del cúmulo de recuerdos que a lo largo de su centenaria vida Lady Dark ha atesorado, sin duda los que más borrosos se encuentran son los de su primera infancia.
Por aquellos tiempos la vida era muy simple, difícil  y sacrificada. Intentar sobrevivir un día más era la batalla cotidiana que debía librarse a pesar de saber que las expectativas de salir victoriosos eran casi nulas.

Así como eran pocos los infantes que llegaban hasta la edad madura, tampoco eran muchos los que esperaban recibir de la vida algo más que golpes y castigos.
Nunca resultó así con la niña que alguna vez fue Lady. Si bien aprendió a defenderse sola aún de pequeña y se hizo fuerte en el arte de empuñar espada y lanza desde su temprana adolescencia, nunca se limitaron sus sueños a concretar rutinas de ajustada supervivencia o a acumular bienes para sus días postreros. 
Por la carencia de afecto que sufrió desde muy niña, lejos de lo que quizás pudiera esperarse, hallar el amor nunca estuvo entre sus prioridades, y en cambio sí lo fue llenar por medio de su propia superación la angustia interior que la pobló desde siempre. 
Sólo con el transcurrir de los años y muchas batallas asentadas en su haber logró comprender que ese hondo pesar que la embargaba se debía, precisamente, al desapego que padeciera en sus primeros años y que desde siempre había creído poco significativo y fortalecedor.
Por las mismas circunstancias en que se empeñó en la vida, no logró nunca el amor traspasar la armadura con la que ella se envistió para protegerse ante la posibilidad de dolorosas pérdidas. Quien no tiene nada, nada teme perder…y ese fue el principio que puso en práctica aún a riesgo de saber que la soledad resulta ser una de las peores cargas que depara la existencia. 

Luego de aquellos lejanos años de formación y consagración como invencible guerrera, cuando la insatisfacción espiritual persistía aún después de tantos logros alcanzados, la inefable luchadora de lanzó a vencer nuevos retos interiores, mucho más arduos aún de alcanzar que los primeros.
Dicen que fue durante ese período de retrospección que la joven mujer por primera vez trastabilló ante alguna mirada tierna, aunque intensa y viril, que logró conmoverla. 
Pese a lo difícil que pudo haber sido poner freno a los inexplorados instintos que acariciaron su corazón en aquella época, la intransigencia por no ceder en su incuestionable fortaleza hizo que el tiempo del amor pasara sin que ella le correspondiera.

Los sabios y maestros que la guiaron en aquel aprendizaje seguramente interpretaron que no haber cedido a lo que podría haber sido flaqueza contribuyó a su fortalecimiento interior y la nutrió de nuevas capacidades de concentración y entrega a más sublimes objetivos…
pero ella, cada vez más frecuentemente, se suele plantear qué hubiese sido de su destino si en vez de negarse, se hubiese abierto por aquellos años al amor sin reticencias ni justificaciones.

martes, 24 de mayo de 2011

Capitulo 11: Daños colaterales


Entre los comedidos que buscan difamarla –le ocurre a todos aquellos que por uno u otro motivo se destacan por su excelencia dentro de la mediocridad del resto-  se hallan los puristas que se ocupan de cuestionar la poca ortodoxia de los medios que Lady utiliza para atrapar a sus perseguidos e imponer sobre ellos caprichosos e impiadosos castigos.



Quienes la defienden a rajatabla argumentan –en cambio- que para imponerse frente a la fuerza de los malvivientes no siempre alcanza manejar métodos más sutiles y prolijos, y que lo que cuenta es, en definitiva, la contundencia de los resultados. Si un criminal es atrapado y castigado acorde haya sido su accionar, poco importa si la sentencia es impuesta por un tribunal legítimamente convocado o por otro, mucho más expeditivo y eficiente, insobornable y monolítico.




Ya sea uno u otro el punto de vista que se utilice para analizar las consecuencias de las cada vez más notables intervenciones de esta dama escurridiza, a la hora de definirla, todos coinciden en que se trata de una justiciera implacable, nunca dubitativa, que castiga sin piedad sólo a quienes en verdad lo merecen y que jamás ha sido responsable de que un inocente haya sido -ni siquiera levemente- lastimado durante alguna de sus intervenciones.



En su accionar no existen los daños colaterales, y eso, en el pragmático e injusto mundo de hoy, es algo como para elogiar y reivindicar.



Por ello, y  a pesar que el anonimato de sus incursiones sigue quedando encriptado entre los pliegues de la noche, el respeto que impone su figura trasciende cada vez más, tanto en el submundo de los marginales como en el cielo de quienes sueñan con ser rescatados.



En una sociedad donde la comunicación ha llegado al grado de inmediatez y globalización que tiene actualmente la nuestra, un hecho extraordinario como el de su cada vez menos cuestionada existencia no puede pasar desapercibido y es por eso que han surgido ya algunos caza fortunas que vienen centrando su atención en confirmar no sólo su entidad real, sino también la naturaleza de los motivos que la impulsan a actuar como lo hace.



Es así como Lady –una épica e inmortal guerrera devenida en misteriosa heroína contemporánea- no sólo debe preocuparse ahora por vengar a quienes sufren los más terribles padecimientos mientras combate en su interior sus propias batallas existenciales. Debe además dedicarse a esquivar las muy molestas intromisiones de esos irresponsables mamarrachos que se inmiscuyen donde no los llaman.



De los eventuales daños colaterales que puedan surgir de esas impertinencias, ella sí –advierte- NO se hace responsable.

domingo, 22 de mayo de 2011

Capítulo 10: Criaturas de la noche


A lo largo de todos sus siglos vividos, es lógico suponer que Lady ha tenido oportunidad de cruzarse con tantísimos seres especiales sobresalientes entre el resto de los vivientes,  ya sea por sus actitudes benignas como por su inigualable maldad.



De entre los primeros, seguramente nuestra dama conservará emotivas anécdotas, gloriosos momentos que llevará para siempre en su corazón como tesoros guardados y quizás, hasta alguna que otra reliquia que le ayude a acentuar la presencia y permanencia de sus afectos.



Entre los otros, selecto grupo de siniestros personajes que lograron destacarse en su momento por impiedad y descarnada violencia, ella se empeña en desterrar sus nombres a las profundidades de la desmemoria, intencional manera ésta de negarles a aquellos impíos el inmerecido privilegio de sobrevivir –aunque más no sea de esa forma- a la igualadora tabla rasa de la muerte.



Es sabido que en otros tiempos Lady Dark se enfrentó a una multitud de ellos. Sobrehumanos, malvados, despiadados, sádicos carniceros que asolaban lejanos parajes de viejas civilizaciones en las que-aún en la actualidad- se puede rastrear datos de su existencia.



Vampiros, hombres lobos, demonios, pestilentes bestias de la oscuridad que desmembraban en una noche poblaciones enteras…Sin duda leves huellas de lo que fueron aquellas terribles incursiones sobreviven aún bajo el distorsionador manto de localistas leyendas.



Las batallas que Lady debió sobrellevar fueron verdaderamente despiadadas. Sus enemigos, astutos y crueles. 



Muchos de ellos decidieron unirse para enfrentarla. Algunos hasta recurrieron a los artilugios de la magia negra y demoníacos encantamientos. Pero nada de eso pudo contrarrestar sus increíbles habilidades guerreras ni el absoluto dominio de su mente y espíritu.



Su nombre se transformó en lo más odiado y temido por aquellas criaturas monstruosas que perecieron, al fin, bajo su espada vengadora. Una a una fueron desapareciendo de la faz de la tierra. Fueron hechas cenizas…apenas sombra en la oscuridad de lo que después se transformó en olvido.

De todos aquellos seres infernales sólo uno logró escapar. Uno sólo se perdió entre los mismos misterios que lo vieron surgir.



 Quizás haya sido el propio infierno el escondrijo que eligió para resguardarse, quizás por siempre, quizás por unos siglos…nadie puede saberlo…ni siquiera ella, quien sólo muy de vez en cuando se pregunta, intrigada, alguna noche particularmente fría de luna llena …qué habrá sido de él.

viernes, 20 de mayo de 2011

Capítulo 9: Consideraciones ante lo inesperado


Es muy cierto que el saber que por fin se abre ante nuestros ojos una salida –totalmente impensada- a algo que asumíamos como inamovible, logra alterar nuestro punto de vista de la realidad. Consigue modificar totalmente nuestra perspectiva.



Cuando uno se sabe un ser vulnerable, atrapado bajo la sentencia segura de la muerte, la propia existencia se asume como bien acotado, valioso y exclusivo que no debe desaprovecharse, independientemente del fin que cada cual decida alcanzar con ella.



Si lo que se tiene ante sí es el infinito de la eternidad uno se planta ante el universo en forma diferente –seguramente con mucho más soberbia-  pero también con la certeza que ese destino exclusivo de inmortalidad conlleva la pesada carga se saber que se estará en soledad la mayor parte del camino.  Lo que podría nacer como premio, se transforma a la larga en una inapelable condena.



Si por algún hecho fortuito y extraordinario –luego de largos padecimientos- uno descubre que esa continuidad de vida puede romperse, sin duda que otra vez la perspectiva que se tiene de la propia existencia vuelve a trastocarse. Seguramente, saber que se cuenta con una llave para abrir esa puerta cuando se quiera, transforma la trampa eterna en algo mucho menos condenatorio… y eso ayuda a sobrellevar las consecuencias indeseables de tan pesado privilegio.



Es muy posible que algo así haya pasado por la cabeza de Lady, quien luego de superar la sorpresa lógica del inesperado encuentro con su antigua condiscípula y del maravilloso obsequio que ésta le brindara, haya meditado concienzudamente sobre todas las consecuencias que implicaría retornar a su antiguo estadio de humanidad, decidiendo al fin postergar –sin plantearse hasta cuándo – aquella trascendental transformación.



También es posible que su espíritu indómito, justiciero e incansable, acostumbrado por siglos y siglos  a andar protegiendo a los postergados de los atropellos de los prepotentes, no haya aceptado claudicar en su impronta guerrera. Quizás haya sido esa insondable arista de su personalidad la que en definitiva prevaleció frente a alguna duda momentánea que pudo obnubilar el horizonte de sus fortalezas



…o quizás en cambio haya sido otra la razón, menos noble y desinteresada, por la que continúa noche a noche moviéndose entre las sombras, innovando siempre en astucias, acechando golosa –con el sigilo de un felino- antes de abalanzarse sobre su presa.


miércoles, 18 de mayo de 2011

Capítulo 8: El elixir de la muerte



Bien entrada ya la noche, las dos mujeres compartieron un té bajo la luz amarillenta de aquella humilde cocina.  Primero reinó el silencio, pesado, espeso…contemplándose una a la otra sin mediar palabra, ambas mujeres sintieron que frente a sí no se encontraba una extraña, más bien intuían que una antigua amiga había retornado después de mucho estar separadas.



La anciana fue quien otra vez tomó la iniciativa y comenzó a tender pistas para que su interlocutora consiguiera ubicar su huella entre las sombras de su pasado.



Allá lejos, en el principio de sus días, el destino quiso que sus pasos coincidieran en un punto preciso de sus vidas. Una de ellas luchaba por llegar a ser una gran guerrera, la otra, intentaba ahondar en los secretos de la magia y la astrología. Fueron varios años de aprendizaje compartido bajo la tutela de grandes maestros. Uno de ellos, precisamente, fue quien las hermanó en la búsqueda de la perfección y la perseverancia.



Cada cual con distinto objetivo puso en práctica lo que el mismo tutor les impartió como premisa en sus respectivas disciplinas: aprender a encontrar el equilibrio interior como punto de sustento para su propia realización. Esa era la meta. Ese era el camino.



Después de haber compartido esa sustancial etapa de sus vidas, ambas jóvenes continuaron por distintos rumbos, cada cual avanzando hacia su propio objetivo, cada una ignorando -por mucho tiempo- cómo había sido el destino de la otra. Alguna vez alguien, como al pasar, les recordó sus nombres. Alguna vez ambas recrearon en sueños aquellos momentos convividos.


Pero no fue sino hasta ese momento impensado, allí, entre los callejones de una lejana ciudad de otro tiempo, que ambas condiscípulas volvieron a encontrarse.



Habían pasado muchos siglos. Muchas vidas hubiesen podido construirse con parcialidades de sus existencias. Mucha sabiduría adquirida. Muchas experiencias atesoradas. No pocas frustraciones asimiladas. No menos alegrías diluidas.



Una de ellas llevaba la eternidad por dentro. La otra, la mostraba en cada pliegue de su rostro.
Rememorando lejanas instancias, logrando reconstruir viejas anécdotas, ambas mujeres consiguieron reencontrarse sumidas en la melancolía que da el saber que nunca se recupera lo que ya se ha vivido.



Si una de ellas logró transitar hacia la inmortalidad por propia superación interna, la otra, en cambio,  la había adquirido mediante reiterados intentos de hechizos y conjuros. Pero mientras una la continuaba padeciendo en silencio, la otra decidió un día renunciar a ella.



Volviendo a recurrir a elixires y pócimas la hechicera logró deshacer lo que mucho tiempo atrás creyera su única meta: vencer a la muerte. No había sido premio eso de saberse eterna. Tenía muchos altibajos. Requería de suma fortaleza…y fue en esa lucha que claudicó.
Decidió un día que prefería continuar el desgaste natural que impone el transcurrir de la vida. Aceptó envejecer. Se dispuso a morir.



Pero quiso la suerte que antes de irse se topara con quien fuera colega en el principio de su trayecto y comprendiendo –por haberlo experimentado y padecido- lo que significaba saberse eterna, le ofreció, en conmemoración de los buenos tiempos, la posibilidad cierta de salirse, también ella, de la trampa dolorosa de ser inmortal, sufriente y sola, por los siglos de los siglos.



Un sol apenas tibio asomaba en el horizonte ceniciento. Las calles de la ciudad iban despertando lentamente del submundo de la noche. Los noctámbulos volvían a casa. El resto de los mortales se disponía a salir de ella.



Con paso cansino y una multitud de sensaciones, recuerdos y pensamientos sobrevolando su cabeza, Lady retorna, luego de una noche muy especial, a su refugio. Lleva una buena cuota de cansancio acumulado sobre sus hombros, el aleteo breve que aún le provoca la sorpresa del reencuentro, su acostumbrada soledad y melancolía por los siglos acumulados, el reloj de su espíritu continuando siempre su eterno trayecto, una leve chispa recién nacida en sus ojos…y una muy sub-valuada pócima escondida entre los pliegues de su ropa:



¿quién otro, además de ella, podría valorar un elixir que en vez de provocar la inmortalidad prometiera detenerla?